La ciudad de San Francisco será nuestro próximo destino. Viajaremos siguiendo la ruta número 1 que bordea toda la costa oeste de California. El viaje tomaría unas nueve horas aproximadamente sin contar las paradas que hagamos por el camino así que salimos temprano del hotel con el plan de desayunar por el camino.
Nos topamos con bastante tránsito para salir de la ciudad, pero rápidamente mejora considerablemente al acercarnos a Santa Mónica y conectarnos con la carretera número 1 en dirección a Malibú. Fue aquí que nos detuvimos a desayunar.
Al reanudar el viaje pudimos ver muchas de las áreas famosas de esa zona. Muchas de ellas conocidas por las series de televisión y películas de cine. Sin embargo, estábamos un poco desilusionados por el grave impacto ambiental causado por los incendios forestales. El humo en ocasiones era realmente denso y empañaba mucho los paisajes. Pero no dejaríamos que esto nos desanimara.
El paisaje a lo largo del trayecto fue sumamente ameno. Áreas costeras impresionantes, acantilados, zonas montañosas, praderas, viñedos y zonas agrícolas diversas. En fin, no había forma de aburrirse por las diversas novedades que ofrecía el camino.
Otro de los aspectos que encontramos fascinante eran los cambios climáticos a lo largo del recorrido. Comenzando en Las Vegas, Nevada y el Cañón del Colorado, con temperaturas que rondaban los 104-106 grados Fahrenheit y ahora por la zona costera con temperaturas de ¡59 grados y en pleno mes de julio! Al menos para mí era algo realmente sorprendente.
Llegamos a San Francisco cerca de las 8.00 P.M. y encontramos el hotel tan acogedor y cómodo que decidimos quedarnos y descansar pues el viaje fue uno divertido pero pesado. Nos detuvimos varias veces a disfrutar de los paisajes, tomar fotografías y algunos videos. Además, estaba a 57 grados y luego de un rico baño no había forma de hacerme salir del lugar. Ordenamos Pizza y nos quedamos descansando pues mañana tendríamos que salir temprano.
Visitaríamos el Monumento Nacional Muir Woods. El lugar es muy concurrido durante los meses de verano y los estacionamientos están limitados. Solo puedes llegar al lugar con reservaciones y nuestro espacio en el estacionamiento estaba reservado para las 9.00 A.M. No podíamos darnos el lujo de perder la oportunidad pues solo te dan una ventana de 30 minutos para llegar a tu reservación. Si no llegas, pierdes el espacio.
El siguiente día nos levantamos a las 6.30 A.M., amaneció bastante frío. La temperatura estaba en 52 grados y se sentía a 49. Compramos desayuno en Carl’s justo al frente del hotel, pero lo pedimos para llevar para no perder tiempo y salinos a las 7.00 A.M. Según el GPS estábamos a una hora de nuestro destino, pero no quería tomar riesgos. No teníamos idea de cuán difícil estaría el tráfico en el área de San Francisco por la mañana así que haríamos lo posible por llegar con tiempo suficiente para cumplir con a hora de nuestra reservación y desayunaríamos en el estacionamiento.
A pesar de un desvió por reparaciones en la carretera, pudimos llegamos a tiempo. Estacionamos el vehículo y desayunamos antes de entrar. Ya no teníamos prisa pues luego de ocupar el espacio reservado puedes permanecer en el área todo el tiempo que desees hasta que cierren. Así que nos abrigamos adecuadamente, preparamos las mochilas con todo lo necesario y partimos.
Pasada la entrada principal nos orientamos con uno de los guardabosques para planificar la ruta a seguir. Decidimos hacer el camino principal y parte de otro menos concurrido. Yo había visitado este lugar cerca de 20 años atrás, pero para Luis era su primera vez. Sin embargo, el lugar continuaba siendo tan mágico como la primera vez que lo visite.
A pesar de la gran cantidad de visitantes se podía caminar sin dificultad y disfrutar de momentos sublimes de soledad entre los gigantescos árboles. Ya de regreso, entramos a la tienda al final del recorrido para comprar algunos recordatorios y salimos del parque al medio día.
Al salir del parque y de regreso a San Francisco tomamos la conocida ruta “Conzelman Road” donde hay una serie de puntos de observación desde donde se pueden tomar excelentes fotografías del Golden Bridge, la bahía de San Francisco y la ciudad.
Luego de detenernos en todos los puntos de observación, pasar mucho frio, tomar muchas fotos y videos salimos hacia la ciudad pues queríamos visitar el “Fisherman Wharf”. Este era otro de esos lugares que había visitado y había quedado fascinado así que no podía pasarlo por alto y quería que Luis disfrutara igualmente del lugar.
Conseguimos estacionamiento bastante cerca del lugar y continuamos a pie. Caminamos todo el lugar, había mucha gente, no parecía haber ningún tipo de restricciones debido a la pandemia. Por estar tan cerca de la bahía estaba ventoso y frío. Pudimos ver las focas descansando en la bahía y entramos al Muelle 39 y lo caminamos todo.
El lugar es fantástico. Hay de todo para pasarla bien, tiendas de toda clase de antojos culinarios, restaurantes, juegos, casas de espejos, etc. Realmente se puede uno pasar el día entero en ese lugar. Fue precisamente allí que decidimos entrar a uno de los restaurantes a comer.
Salimos del restaurante a buscar el auto para ver la ciudad. Fuimos a la calle “tortuosa” y Luis quiso que la transitáramos. Fue realmente divertido hacerlo. Viajamos por las calles de la ciudad y pasamos por un par de catedrales. Luis quería pasar por algunas de las calles bien empinadas de la ciudad así que fuimos en busca de ellas. Solo puedo decir que en ocasiones manejaba por fe pues no estaba seguro si las calles continuaban al frente del auto. Así de empinadas eran algunas calles.
Lo único que no pudimos hacer fue montarnos en los famosos carros tirados por cables pues estaban cerrados a causa de la pandemia.
Ya oscureciendo fuimos a una lavandería cercana al hotel para lavar ropa. Luego de terminado, regresamos al hotel a bañarnos y prepararnos para mañana pues nos esperaba un viaje sumamente largo hacia Salt Lake City. El mismo tomaría cerca de doce horas así que nos retiramos a descansar.
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